Parece diferente en mi imaginación al recordar aquel día, pero sé que no fue así.
Parece que me gustaste desde el primer momento en que te vi, haciendo figuritas de colores, jugando a la realeza y los bufones y yo como espectador.
Parece que me encantó tu magia cuando te vi sonriéndome bajo la oscura noche que nos abrazaba.
Pero haciendo un poco de limpieza en mi memoria, puedo encontrar la absurda realidad, que me parece ahora tan difícil de creer.
Te vi y fuiste una silueta más entre la gente, te vi y aún así estuve a punto de ni siquiera saludarte. Te vi, pero no pude distinguir el brillo de tus ojos. ¿Será que me hipnotizó el resplandor del fuego tan impresionantemente amaestrado?
Parece que así fuera, pero hay una verdad más inverosímil.
Te vi y no te presté atención, por el triste y único motivo de que se movía entre las personas otra figura que me deslumbraba. Una forma que me ensimismaba y no me permitía descubrirte como tesoro entre la arena cálida.
Aún no puedo creer que haya prestado más atención a cualquier otra cosa que no seas tú.
Parece que te he pertenecido por siempre, desde antes de conocerte y hasta después de partir. Pero la objetividad me suplica que no mienta, que no engañe a mis sentidos ni los confunda.
Puede que no te admirase de inmediato o que no pensara en ti en todo momento, puede que no crea en el amor a primera vista, o sí.
Puede ser que el destino quiere que tu caso sea diferente.
Puedo creer, soñar o hasta inventarme lo que quiera.
Pero siendo objetivo, sólo hay algo de lo que puedo mantenerme completamente seguro:
Encontrarte, distinguirte, admirarte: no es una casualidad.
1 comentario:
WoOoOoOoOow ! ! !
esta Geniaaal
wee ya eXtrañaba
tus escritos
Osoo , haber cuandO
nos juntamos
un abrazo
lo quiero
se le aprecia un
chinGo wee
Publicar un comentario